LINEAS DE TRABAJO
Una cultura de paz sostenible
A inicios de la década 1990 se aceleró la expansión de “regímenes democráticos” a través del mundo, aun cuando muchos se preguntaron desde aquel entonces si las supuestas “nuevas democracias” estaban consolidadas o si se trataba regímenes híbridos, en donde coexistían características democráticas con rasgos autoritarios. Se pronosticó el inicio de una era de paz a nivel internacional, pero estallaron conflictos étnicos a nivel interno en varios países. Además, Otros conflictos armados internos se prolongaron bajo antiguas y nuevas dinámicas de violencia colectiva.
Los primeros veinte años después del fin de la guerra fría mostraron una disminución en la cantidad de víctimas fatales por causa de violencia política. Sin embargo, la tendencia de disminución en la cantidad de conflictos armados internos se revirtió. Las primeras décadas del siglo XXI también mostraron que los avances democráticos no eran ni sólidos ni irreversibles. Países que en algún momento fueron mostrados como “ejemplo” en términos de pacificación (ej.: El Salvador; Mozambique), incluso países que no han vivido episodios recientes de violencia política generalizada (ej.: México), están sumergidos hoy en contextos de violencia cuyos niveles rivalizan con los de una guerra civil. Además, se ven retrocesos en países en donde se habían registrado avances democráticos (ej.: Nicaragua; Rusia), al tiempo que democracias representativas relativamente estables (ej.: Venezuela), desaparecieron. Incluso, países con tradiciones democracias centenarias (Estados Unidos, Inglaterra) se enfrentan a formas revigoradas de nacionalismo y populismo. La fragmentación del consenso social producido por la manipulación de la ciudadanía a través de la circulación de noticias falsas por redes sociales, con la intolerancia y el radicalismo que conllevan, debilitan entre otros el debate racional y el tejido social, bases de la democracia.
La paz, es decir el hecho de relacionarse con otros, de respectar y aceptar diferencias de cualquier índole, pero en particular las religiosas, étnicas, de género y orientación sexual, sin utilizar la fuerza o la amenaza de uso de la fuerza, está ligada a la democracia porque este es el único régimen que permite a los y las actores sociopolíticos/as defender sus intereses sin hacer uso de la fuerza. La paz sostenible es entonces, por definición, democrática. Ahora bien, una democracia estable supone no solo que el régimen existe hoy en día, sino que seguirá existiendo en el futuro. Y una paz sostenible implica que los y las que actúan hoy sin utilizar, o sin amenazar de utilizar la coerción, seguirán haciéndolo en el futuro. Además, lo anterior es cierto a lo largo y ancho de los territorios nacionales, tanto a nivel micro-comunitario como macro-social, pues donde hay ausencia de las autoridades del Estado, es decir cuando actores no estatales imponen arbitrariamente su propia ley, no es posible referir a contextos de “paz”. La paz sostenible implica entonces la existencia de regímenes democráticos tanto a nivel local como nacional.
La fuente del cambio sostenible se ubica, creemos en PAZSOS, principalmente a nivel de la ciudadanía. Por ello, sostenemos que la paz sostenible se basa en valores, comportamientos y estilos de vida que refuerzan el respeto de los derechos y libertades fundamentales de cada persona. La paz sostenible no solo es entonces el resultado de procesos iniciados “desde arriba”, a nivel de instituciones y del Estado (existencia de normas democráticas), sino también desde abajo, a través del reforzamiento de una cultura de paz. Cuando todos y todas renuncian voluntariamente al uso de la fuerza y deciden usar canales democráticos para dirimir sus diferencias y para defender sus intereses, la democracia encuentra su razón de ser y la paz adquiere sostenibilidad. Las acciones de PAZSOS (organización o asistencia foros, creación de módulos de formación, realización de investigación, evaluación, y otros) relacionadas con la construcción de una cultura de paz sostenible, tienen como prisma y horizonte el desarrollo democrático.
El eje de Cultura de Paz Sostenible, que favorece un acceso universal a la justicia y construir instituciones responsables y eficaces a todos los niveles, busca consolidar no solo las instituciones políticas, sino también el conceso social democrático, para combatir la violencia en todas sus formas. Un mundo en donde todos y todas participemos, con calidad, racionalidad, y respecto, en los debates públicos y privados, es un mundo en donde los canales democráticos formales de resolución pacífica de conflictos no pierden legitimidad y en donde las interacciones informales individuales y colectivas son enfocadas en mejorar la calidad de vida de todos y todas.
EJES TRANSVERSALES DE ACCIÓN
Las acciones colectivas para un cambio sostenible no son el producto de estudios abstractos ni de intervenciones prácticas aisladas de las reflexiones teóricas. El cambio social se origina en la construcción de puentes enfocados no a reformar o revolucionar el “sistema” imperante, sino a establecer las bases de uno en donde el ser humano sea el núcleo. Uno de los retos de PAZSOS es ejecutar ideas que aporten soluciones reales y eficaces a problemas que ya han sido suficientemente diagnosticados, estableciendo reflexiones y prácticas innovadoras que rompan con las experiencias anteriores, pero que las rescaten cuando son pertinentes. La sostenibilidad se alcanza asegurando que la investigación se traduzca en recomendaciones de política pública, en programas de cooperación, o en cualquier otro resultado que tenga impacto real y cuantificable. Para ello, prestamos especial importancia a integrar tres ejes transversales en nuestras acciones: el enfoque de derechos humanos, la cuestión de género, y la sostenibilidad ambiental.
El enfoque de derechos humanos proporciona un marco conceptual para comprender las causas del respeto o el no respeto de las garantías y libertades democráticas. Basándose en el Entendimiento Común de las Naciones Unidas sobre un enfoque basado en los derechos humanos para la cooperación y el desarrollo, PAZSOS centra nuestra acción en los grupos poblacionales más marginalizados, excluidos, y discriminados y vela para que su acción:
- Se base en análisis serios que identifiquen las causas directas e indirectas de los obstáculos al desarrollo.
- Articule los objetivos programáticos, así como las metas, y los indicadores de medición, en estrecha relación con las normas de los derechos humanos;
- Incluya, a través de alianzas estratégicas, a todos los actores, Estatales o no, interesados en alcanzar los resultados identificados.
- Refuerce los sistemas de rendición de cuentas para promover así el control democrático en la gestión pública.
- Convierta el ejercicio de los derechos humanos en instrumento de desarrollo.
- Considere a los individuos como los agentes centrales de su propio desarrollo (y no como simples receptores pasivos de productos y servicios).
- Entienda la participación como un medio y un fin.
- Empodere a las personas más vulnerables para reducir así las desigualdades, y
- Favorezca procesos y resultados que sean supervisados y evaluados.
La igualdad de género, que se alcanza por medio de la eliminación de todas las formas de discriminación con base en el género (y las preferencias o orientaciones sexuales), es un elemento fundamental del enfoque de derechos humanos y también forma parte de las metas del desarrollo sostenible (objetivo 5). La problemática de género debe ser abordada desde una perspectiva interseccional que relaciona diferentes mecanismos y estructuras de desigualdad, como son la raza, etnicidad, clase entre otros. Así el enfoque de género debe ser incluida de forma sistemática y transversal (“gender mainstreaming”) en la concepción de programas y en los componentes específicos que atacan las desigualdades. Del mismo modo, se deben utilizar y, si es necesario, desarrollar nuevos, indicadores para poder medir los avances al respecto, empezando con los indicadores generados en el contexto de los objetivos del desarrollo sustentable.
En nuestra época de transición ecológica, en la que los que los cambios y degradación de los ecosistemas ponen en riesgo la continuidad de la vida, la Agenda 2030 del desarrollo sostenible ofrece un ambicioso marco de acción que busca generar nuevas modalidades de consumo y de producción sostenibles (Objetivo 12) para nuestro futuro. Más allá del Objetivo 13, que llama directamente a adoptar medidas urgentes para combatir el cambio climático y sus efectos, de la idea de promover el uso sostenible de los océanos y los recursos marinos (Objetivo 14), de la vida de ecosistemas terrestres (Objetivo 15), y si bien de una u otra forma todos los objetivos están relacionados con una gestión responsable de los recursos naturales, destacan las siguientes ideas:
- La seguridad alimentaria (Objetivo 2) solo se puede alcanzar por medio de una agricultura sostenible, que evita la sobreexplotación de suelos, océanos y bosques, y que protege la biodiversidad y las fuentes del agua potable (el agua es objeto especifico del Objetivo 6).
- Se debe producir energía no contaminante y asegurarse que esta es accesible en todos los sectores (Objetivo # 7), para lo cual se requiere de mayor inversión pública en áreas como el transporte, el regadío, y las tecnologías de la información y comunicaciones (el Objetivo 9 profundiza sobre la cuestión de la inversión en infraestructura).
- Se deben crear nuevas fuentes de trabajo decente (Objetivo 8) ligadas a una economía verde.
Se debe dar especial énfasis a las ciudades (Objetivo 11), para construir comunidades y asentamientos urbanos sostenibles en el futuro.